Cuatro apuntes aislados sobre cuatro películas aisladas

1) En Dos disparos, película de Rejtman, alguien encuentra un arma que se presenta como un retorno de lo reprimido, un residuo acomodado en la noche de las noches, junto a los demás escombros de lo superado, que han juntado también polvo y años. Esa misma arma de la que nadie habla, carente de relato, desideologizada, desconocida incluso para sus familiares, guardada en el costado último de la casa, es de pronto encontrada y tras ello no puede nunca más ser escondida, como si la verdad, una vez que sale a la luz, ya no fuera hábil para regresar al cajón negro de lo inconciente (no todo el inconciente es cajón negro, apenas una parte recibe con alegría esta propuesta de metáfora).

2) En Ace Ventura, el supuesto hombre-animal, el detective de la fauna, la bestia civilizada, demuestra que el equilibrio con la madre naturaleza es apenas un sueño diurno de algún freak, pues la relación que este guarda con el murciélago está quebrada por el espanto. ¿Cómo él, que tanto ama a los animales, tiene a su talón de Aquiles ahí justo donde encontramos siempre el corazón de su semblante?

3) Picnic en el jardín, de Renoir, es un intento más de representar la tensión naturaleza-cultura, donde en un lado encontramos al sexo, a la orgía, al desenfreno irresponsable de la carne, y del otro a la inseminación artificial, al tabú del contacto y a la razón del higienismo. Esta dialéctica culmina con la victoria de un elemento que no pertenece íntegramente ni a un lado ni al otro: el amor, que es un olvido estable del instinto y al mismo tiempo el símbolo madre de toda resistencia posible al progreso técnico-científico.

4) Capitán Fantástico se sitúa en la misma guerra de fueros. De un lado, el sueño demasiado hippie de simplemente abastecerse de las bondades de la naturaleza, prescindiendo así de jugar con las reglas del capital. Del otro, el sueño demasiado americano de alcanzar la realización personal por intermedio del consumo, el reconocimiento social y la pretendida justicia del sistema económico. Ningún sueño se tolera sin una dosis mínima de delirio. Al final, el buen salvaje termina decidiéndose por un tercer camino: el de pertener al capitalismo pero no tanto, cultivando y viviendo de la tierra y esas cosas, pero mandando a sus cachorros al colegio, integrándolos de tal modo a la vida con otros. La moraleja es que si te las ingeniás para quedar bien con Dios y con el Diablo, este último se queda más contento que el primero.

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